domingo, 22 de marzo de 2009


Había una vez una persona increíble. Increíble en todos los sentidos, no perfecta… increíble. Sabía exactamente lo que necesitabas a la mañana, a la tarde, a la noche, al día siguiente. Siempre sabía la receta exacta para hacerte volar. Con ella las novelas italianas no parecían aburrir, sus acotaciones siempre mostraban su presencia a gritos. Los estampados floreados destacaban en el jardín, parecía llevarse muy bien con los jazmines. Su oído era incansable, y su voz se quebraba al hablar. Las situaciones más extrañas se hacían claridad con sus palabras. Su lugar de descanso se convertía en una especie de confesionario personal cuando ya las dudas no dejaban descansar y los sentimientos estaban a flor de piel.
Esa persona increíble hoy brilla en una estrella. Y sale todas las noches, incluso en las noches en la que las nubes no dejan verla. Nunca deja de brillar.
Fuiste, sos y serás la persona más importante en mi vida. Gracias por tantas migas de pan.

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