martes, 10 de marzo de 2009


Sentados en las rocas esperando el atardecer. Ella recostada sobre sus piernas, el sol naranja los alumbraba, ya la gente levantaba sus cosas dejando la playa desierta. Tanto tiempo habían esperado por los dos. Ya no era un secreto que negaban, querían gritarle al mundo que estaban juntos, estaban felices. Ella giró su rostro para que sus ojos mirasen a los de él, su mano rozó suavemente sus labios provocando que a este se le erizara la piel.
-No me lastimes, por favor-
-Nunca- Cada palabra que emitían, provocaba un cosquilleo molesto en sus estómagos. Se miraron una vez más, esta vez más prolongada. Parecía que hablaban con la mirada. El no podía creer que ella fuese la chica recostada sobre su regazo, no tenía miedo de ir muy rápido. Quería quererla. Quería amarla, tanto como nadie jamás lo haya hecho, no tenía miedo. Simplemente esta vez no tenía miedo.

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